viernes, 14 de diciembre de 2012

A corazón abierto



Últimamente estoy revisualizando los capítulos antiguos de una de las mejores series que se han hecho en la historia de los Estados Unidos, Anatomía de Grey.
Con la excusa de perfeccionar el inglés (y darle un poquitillo de acento americano, de paso) todos los días me planto delante de la pantalla y selecciono el canal de Divinity, que en mi casa es el número 9.
A pesar de que te venden un estilo de vida caro y desorbitado, este tipo de producciones también trabaja, a nivel ideológico, con mensajes llenos de esperanza, y en el hipotexto de sus cuidados guiones se entrelee una confianza, algo naïf, en la capacidad de la humanidad para superar los malos tragos y la creencia de que sus componentes, individualmente considerados, cuentan con la opción asequible de llegar a ser mejores personas.
Ayer me quedé muda y como petrificada al escuchar al impertérrito y mega atractivo doctor Burke, escondido tras la mascarilla de cirujano en la mesa de operaciones, jurar amor eterno a su prometida, la también doctora Christina Yang.
Sé que el final del capítulo (y de la temporada 3) no es muy alentador, pero las palabras de Burke, a corazón abierto, son tan sinceras que no he podido resistirme a compartir con vosotros (sobre todo con vosotras) esta declaración algo atípica, pero no por ello menos bella.
Un abrazo,
Lola.

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